“Leibniz
sabía lo que es una prueba. Descartes no.” Terminé diciendo que tenemos que
encontrar la manera de esquivar la botella voladora, pero que solo la
arqueología podría definir su forma – de ese modo exponer mi lealtad a Ludwig
Wittgenstein y a Michel Foucault. Esta lealtad sigue en pie. Uno de los otros
recuerdos más extraños del paso del tiempo era que, como sabrán, la botella
voladora era de Wittgenstein: “Cuál es tu propósito en filosofía? Quiero
mostrar cómo esquivar la botella voladora”.
En Alemán Fliegenglas. Cuando
traducían esta conferencia al Alemán, el traductor me escribió preguntando qué
cuerno era la botella voladora – no tenemos tal concepto en nuestro idioma.
Desde hace tiempo me intereso en las clasificaciones de gente, en cómo
afectan la gente clasificada, y cómo los efectos sobre la gente cambian las
clasificaciones. Desde 1983 esto me ha llevado a asumir una interminable serie
de estudios: dos libros, uno sobre la personalidad múltiple de 1980 y uno sobre
la fuga disociativa de 1890. Artículos sobre criminología antigua, y sobre
abuso infantil contemporáneo, un estudio sobre la misma idea de umbral de
pobreza, sobre raza, y sobre lo que Paul Rabinow y Nikolas Rose llamaban
identidad biosocial. Conferencias prolongadas sin publicar sobre genio y
suicidio. Algunas conferencias, on-line en francés, sobre autismo y obesidad.
Inventé dos slogans. El primero “Inventar/construir gente” se refiere a la
manera en que una nueva clasificación científica puede hacer aparecer una nueva
clase de persona, concebida y experimentada como una forma de ser una persona.
La segunda, el “efecto bucle”, se refiere a la manera en que una clasificación
puede interactuar con la gente clasificada. Desde el comienzo dije que “no hay
razón para suponer que se podría contar dos historias idénticas de dos
instancias diferentes de inventar gente”. Pero son posibles algunas
generalizaciones. Hoy propongo un marco de referencia que comprende inventar
gente y el efecto rulo.
Existe
un gran peligro en esto, ya que constantemente me tienta referir a mis ejemplos
y análisis. No podría abarcarlos en una sola conferencia. Podría sonar un poco ridículo, “Miren mis
geniales trabajos”. Trataré de no sonar ridículo.
Pensamos en varias clases de gente como objetos de investigación
científica. A veces para controlarlos, como prostitutas, a veces para
ayudarlos, como potenciales suicidas. A veces para organizar y ayudar, pero al
mismo tiempo para mantenernos seguros, como el pobre, o el homeless. A veces
para cambiar por su propio bien y el del público, el obeso. A veces solo para
admirar, entender, animar y tal vez hasta emular, como (a veces) con
genialidad. Pensamos en estas clases de gente como hechos, como clases
definidas por propiedades inequívocas. Cuanto más sabemos de estas propiedades,
mejor podremos controlarlas, ayudarlas, cambiarlas, o emularlas. Pero no es así
de simple. Son objetivos desplazables porque nuestras investigaciones
interactúan con los mismos objetivos, y los cambian. Y ya que cambian, no son
la misma clase de gente que eran antes.
El objetivo se ha desplazado. Ese es el efecto rulo. A veces nuestras
ciencias crean clases de gente que en cierto sentido no existía antes. Eso es
inventar gente.
Tal
vez creas que todo esto está más cerca de la sociología que de la filosofía, y
de hecho tengo un héroe sociológico, Erving Goffman, a quien invoco de vez en
cuando, pero no esta noche. Sí me interesan las ciencias del hombre. Estas
incluyen no solo las ciencias sociales y humanas, para las que cuento la
psiquiatría y mucha de la medicina clínica entre las ciencias del hombre. Cómo
podríamos llamar a esta familia de ciencias sin sonar sexistas? “Ciencias de
los seres humanos” es pedante y horrible.
Las llamaré ciencias humanas: ya que aunque esa etiqueta tiene una
denotación bastante clara en francés, no se usa sistemáticamente en inglés. Las
ciencias humanas, entendidas de esta manera, incluyen varias ciencias sociales,
psicología, psiquiatría, y en términos generales, una gran parte de medicina
clínica. Las “clases de gente” de mi título son aquellas estudiadas por las
ciencias humanas. Solo estoy señalando, puesto que no solo es vaga mi
definición, sino, más bien, las ciencias específicas jamás deberían ser
definidas excepto para fines administrativos o educativos. Las ciencias vivas
están siempre cruzando los límites y prestándose las unas a las otras.
Más
adelante haré una lista de algunos de los motores usados por estas ciencias.
Son motores de descubrimiento pero también motores para inventar gente. El análisis estadístico de las clases de
gente es un motor fundamental. Constantemente tratamos de medicalizar: los
doctores trataban de medicalizar el suicidio desde 1830. Los cerebros de los
suicidas eran disecados para encontrar la causa oculta. Más generalmente,
tratamos de biologizar, de reconocer una base biológica para los problemas que
acosaban a algunas clases de gente. Más recientemente, esperamos genetizar lo
más posible. De esta manera, el sobrepeso y la obesidad, que alguna vez fueran
considerados como un problema de incontinencia, o de poca voluntad, se tornan
la provincia de la medicina, por ende de la biología, y actualmente
investigamos las tendencias genéticas a la obesidad. Algo similar puede decirse
en relación a la personalidad criminal.
Nominalismo
Esto
es Filosofía? Si. Estas reflexiones sobre la clasificación de gente son una
especie de nominalismo. Me encantaría ubicarlas en la gran tradición del
nominalismo británico, de Ockham, de Hobbes, de Locke, de Mill, de Russel, de
Austin. Pero el nominalismo tradicional es completamente estadístico. El mío es
dinámico, ya que mi interés es en cómo los nombres interactúan con lo nombrado.
Para precedentes debemos movernos hacia el continente. El primer
nominalista dinámico podría haber sido Friedrich Nietzsche. Un aforismo en La Gaya Ciencia reza, “Existe algo que me resulta
terriblemente difícil, y continúa siéndolo sin alivio: lo más siniestro depende
de cómo se llaman las cosas más de lo
que son”. Concluye, ‘…crear nuevos nombres y juicios y verdades aparentes basta
para crear nuevas “cosas”.’ Inventar gente sería un caso especial de este
fenómeno. Mi interés excesivo que el de Nietzsche pero me ha resultado de mayor
dificultad estos veinte años.
No
creo que ‘dependa más del cómo se llaman las cosas que de lo que son’. Mi
sentido de realidad – No pienso usar la palabra ‘realismo’ de los filósofos
chabacanos – es demasiado fuerte para esa tendencia al idealismo lingüístico. Y
hay algo más erróneo del texto de Nietzsche, porque suena como si los nombres
ejercieran su magia por sí mismos. De hecho el aforismo está encabezado Solo como creadores, el punto sería que
podemos deshacer una idea nombrada solo siendo creativos, creando algún concepto
positivo. La deconstrucción por sí misma es un juego auto-indulgente. ‘Solo un
tonto’, continúa Nietzsche, ‘pensaría que basta con apuntar a este difuso manto
de ilusión para destruir el mundo que
se considera como esencial…’
Como bien sabía Nietzsche pero no se molestó en decir, los nombres son
solo una parte de la dinámica. En los casos de las clases de gente, no solo
existen los nombres de las clasificaciones, sino también la gente clasificada, los expertos que clasifican, estudian y
colaboran, las instituciones dentro
de las cuales los expertos y sus sujetos interactúan, y a través de las cuales las autoridades
ejercen control.
Existe el cuerpo evolutivo del conocimiento
sobre la gente en cuestión – conocimiento experto y ciencia popular.
Michel Foucault era uno de los últimos
practicantes del nominalismo dinámico. No había notado este pasaje hasta hace
muy poco, está en su revista, en un periódico, del libro sobre homosexualidad
griega de Kenneth Dover bastante conocido.
Dover
disipa un paisaje conceptual confuso. Aun existe gente agradable que piensa
que, después de todo, la homosexualidad siempre existió. Citan como evidencia a
Cambacèrés, el Duque de Crequi, Miguel Ángel o Timarco. Dover les ofrece a
estos naïfs una excelente lección sobre nominalismo histórico. Las relaciones
entre dos personas del mismo sexo son una cosa. Pero amar a alguien del mismo
sexo pro sí mismo, sentir placer con él, es otra cosa, una experiencia
completamente diferente, con sus propios objetos y valores, junto con la manera
de ser sujeto y la conciencia que tiene
de sí mismo.
La
homosexualidad, según Foucault, es una forma de ser, de experimentar, una forma
muy específica de ser una persona. ‘El homosexual’ es una clase de persona que
existe en un marco histórico y social particular, por ejemplo ahora, pero no en
la Atenas antigua. El homosexual ‘como una clase de persona’ no existía
entonces, aunque había muchos actos del mismo sexo con códigos complejos sobre
los cuales los actos estaban bien y los cuales estaban mal.
El
nominalismo histórico es solo la mitad de la torta. Mi nominalismo es
histórico, sí, pero también es Nietzscheano, es dinámico, es sobre la
interacción entre nombres y cosas, o más bien nombres y gente. Aprendí esa
forma de pensar de Foucault, aunque él de hecho no propusiera mi nombre para
esta filosofía.
Un simple ejemplo
Es
esencial tener ejemplos a mano, ponerle el cuerpo a los
enunciados abstractos. Mencionaré en pocas palabras mi primer ejemplo de
inventar gente y el efecto bucle, personalidad múltiple. Está escrito en Reescribiendo el Alma, publicado hace
once años. Sonaba engañosamente fácil. Alrededor de 1970 surgieron algunos
casos de paradigma sensacionales de comportamiento extraño similares a los
fenómenos discutidos un siglo antes y bastante olvidados. Algunos psiquiatras
comenzaron a diagnosticar personalidad múltiple. Era bastante sensacionalista.
Cada vez más gente infeliz empezaba a manifestar estos síntomas. AL principio
tenían los síntomas que se esperaba que tuvieran. Pero luego se volvían cada
vez más bizarros. Al principio una persona tenía dos o tres personalidades. En
una década el formidable número era 17. Esto estimulaba los diagnósticos y se
tornó en parte del conjunto de síntomas corriente. Se tornó parte de la terapia
para suscitar cada vez más alteres. Los psiquiatras buscaban causas, y crearon
una etiología primitiva y fácil de entender sobre abuso sexual temprano,
acompañado de recuerdos reprimidos. Al saber que esta era la causa, los
pacientes con gusto entregaban sus recuerdos.
Más aún: esto se volvió una manera de se persona. En 1986 con total
seguridad escribí que jamás podría haber barras de división, análogas a las
barras para homosexuales. En 1991 fui a mi primera barra de división.
Un marco para análisis
La
historia puede situarse en un marco de cinco partes. Tenemos (a) una clasificación, personalidad múltiple,
asociado a lo que en su momento se llamó un ‘desorden’, ‘Desorden de
Personalidad Múltiple. Esta es la clase
de persona que se considera objetivo móvil/desplazable. Tenemos (b) la gente, esa gente a las que llamo
infelices, incapaces de luchar, o cualquier otro término relativamente
no-discriminatorio que se prefiera. Tenemos (c) las instituciones, que incluyen clínicas, reuniones anuales de la
Sociedad Internacional para el Estudio dela Personalidad Múltiple y
Disociación. Talk shows vespertinos de la televisión norteamericana – Oprah
Winfrey y Geraldo Rivaldo aportaron bastante a la idea de los múltiples, alguna
vez. Programas de entrenamiento de fin de semana para terapeutas, a algunos de
los cuales asistí.
Existe (d) el conocimiento,
por lo que no entiendo creencia verdadera justificada, lo que alguna vez fuera
el mantra de los filósofos analíticos. Me refiero más en el sentido de Popper
del conocimiento conjetural, pero más específicamente, a las presunciones que
se enseñan, se diseminan, se refinan, dentro del contexto de las intuiciones.
Específicamente los hechos básicos (y no diré los tan llamados hechos, o
‘hechos’ en citas entre comillas). Por ejemplo, que la personalidad múltiple es
causada por el abuso sexual temprano, que el 5% de la población sufre de
personalidad múltiple, y por el estilo.
El
conocimiento es de dos clases que se funden entre sí. Existe el conocimiento
experto, el de los profesionales, y existe conocimiento popular que se comparte
por una gran parte de la población interesada. En una época, en parte gracias a
los talk shows y otros medios, ‘todo el
mundo’ creía que la personalidad múltiple era causada por el abuso sexual
temprano. Finalmente existen (e) los expertos o profesionales que generan el
conocimiento (d), juzgan su validez, y lo usan en su práctica. Trabajan en (c)
instituciones que garantizan su legitimidad, autenticidad, y estatus como expertos.
Estudian, tratan de ayudar, o aconsejar en el control, de (b) la gente que es
(a) clasificada de alguna clase.
Este es un marco verdaderamente banal de cinco elementos. Sus roles y
peso será diferente en cada caso. No hay ‘razón para suponer que alguna vez
podamos contar dos historias diferentes de dos instancias diferentes de
inventar gente’. Lo banal es necesario para eliminar la idea de que las
interacciones involucran solo el nombre
y la gente nombrada, o la clasificación y la gente clasificada.
Existe una evidente complicación, Hay diferentes escuelas de
pensamiento. En este primer ejemplo, estaba el movimiento múltiple, una lábil
alianza de pacientes, terapeutas y teóricos psiquiatras por un lado, que creen
en este diagnóstico y en cierto tipo de persona, la múltiple. Estaba el mayor
establecimiento psiquiátrico que rechazaba el diagnóstico completo. Un doctor
de Ontario que, cuando una paciente llegó anunciando que tenía personalidad
múltiple, le solicitó que mostrara su credencial de Seguridad Social de Ontario
(que tiene su foto y nombre), replicó: ‘Esta
es la persona que estoy tratando, y no otra’. De este modo existen marcos de
referencia rivales. Por ende, las reacciones y contra-reacciones/reacciones
opuestas entre ambos marcos contribuyen más aún para el entendimiento de esta
clase de persona, la personalidad múltiple. Si mi colega escéptico convence a
su paciente potencial, probablemente ésta se convierta en una clase de persona
muy diferente de si hubiera sido tratada por personalidad múltiple por un
creyente. Acá, entonces, están los elementos interactivos de mi marco de
referencia:
(a) Clasificación
(b) Gente
(c)
Instituciones
(d) Conocimiento
(e) Expertos
Como
varios marcos, esta lista representa una decisión. Otros agregarían el test de Nicholas
Jardine, o quizás hasta reemplazarían conocimiento por el test. Las preguntas
que tienen sentido o tal vez las que se hacen frecuentemente. Otros sabiamente
reemplazarían ‘expertos’ por pensamiento
colectivo de Ludwik Fleck, y ‘conocimiento’ por sus estilos de pensamiento. Cada vez que releo a Fleck, que publicó en
1935, me siento profundamente tentado. Una virtud de (a)-(e) es, sin embargo,
que una lista bastante positivista. Un sociólogo mínimamente competente puede
determinar quiénes son los expertos, qué instituciones son importantes en qué
sentido, qué cuenta como conocimiento tanto entre expertos como en públicos más
amplios.
Por qué preocuparse por semejante marco?
Para usar, pero también para contradecir a Nietzsche y a mí mismo. Inventar gente
y el efecto bucle no son solamente cuestiones de interacciones entre nombres y
el objeto nombrado, entre el nombre de la gente y los que es, entre clases de
gente y la gente de esa clase. Los cinco elementos listados – y más – son
jugadores, y generalmente jugadores clave, en las interacciones.
Inventar
Una
clase de persona completamente nueva apareció, la múltiple, con un set de
recuerdos y un set de comportamientos. Es reminiscente de previas formas de ser
una persona. En 1880 existía la doble consciencia. Algunos comparan la
personalidad múltiple con el trance o la posesión. Advierta cierta especie de
retórica. Cuando sostenidamente decimos que mucha gente de antes y de distintos
lugares es de la clase que nos interesa, esto hace que nuestra clase parezca
más genuina. La búsqueda de manifestaciones anteriores de multiplicidad es una
forma de legitimar una clasificación defendida.
Sostengo que la personalidad múltiple de
1980 era una clase de persona desconocida en la historia de la raza humana.
Esta no es una idea que se pueda expresar con agrado. Es simple, familiar para
los novelistas, pero el delicado lenguaje filosófico no está preparado para
ella. La pedantería está a la orden. Distinga tres enunciados:
(A) No
existían las personalidades múltiples en 1955; había muchas en 1985.
(B) En
1955 esta no era una manera de ser una persona, la gente no se sentía de esta
manera, no interactuaban con sus amigos, su familia, sus empleados, sus
consejeros, de esta manera; pero en 1985 esta era una manera de ser una
persona, de experimentarse a sí mismo, de vivir en sociedad.
(C) La
personalidad múltiple, como clase de persona, no existía en 1955, existía en
1985.
Opino
que los tres son verdaderos. Pero C pone demasiado énfasis en la idea de una
clase de persona, y A es conflictiva.
Para ver que A y B son diferentes, un
entusiasta por lo que hoy llaman Trastorno de Identidad Disociativa dirá que A
es falso, porque gente con varias ‘personalidades alternas’ indudablemente
existía en 1955, pero no habían sido diagnosticados. Un escéptico también dirá que A es falso, pero por la razón directamente
opuesta, principalmente que la personalidad múltiple siempre ha sido un
diagnóstico especioso, y tampoco había múltiples reales en 1985. El primer
enunciado, A, conduce inmediatamente a intensos pero inútiles debates sobre la
realidad de la personalidad múltiple, sobre la que he derramado tinteros y a la
que jamás volveré. Pero creo que nuestros opositores tranquilamente podrán
estar de acuerdo con B. Cuando hablo de inventar gente, es B a quien tengo en
mente, y es a través de B que ocurre el efecto bucle.
Volveré sobre el final de la conferencia a
la oscura pero importante noción de una clase de persona usada en C. Rechazo
completamente la idea de que existe una clase de seres humanos claramente
distinguible, tampoco existe una clase imprecisa útil. Mi anterior terminología
de seres humanos estaba configurada sobre la noción del filósofo del una
especie natural. Algunas clasificaciones
son más naturales que otras, y tampoco existe una clase imprecisa útil.
Aprendimos bastante de la tradición filosófica de las especies naturales, pero
hasta donde sé, en paz descansa. Y sin clase de especies naturales, a fortiori,
no hay clase de seres humanos.
Casos
más difíciles
La
personalidad múltiple fue re-denominada Trastorno de Identidad Disociativa. Aunque
no fue un mero cambio de nombre, tampoco un mero acto de diagnóstico para
limpiar la casa. Los síntomas evolucionan, ya no se pretende que los pacientes
vengan con una lista de personalidades distintas, y no sucede. Este trastorno
es un ejemplo de lo que en un segundo libro, Viajeros Locos, yo denominé una enfermedad mental pasajera.
Pasajera no en el sentido de afectar a una sola persona por un rato y luego
irse, sino en el sentido de existir solo en un momento y lugar. Ofrecí un
análisis de enfermedades mentales pasajeras en términos de nichos ecológicos en
los que pueden aparecer y desarrollarse. Enfermedades mentales
pasajeras/transitorias son casos fáciles para inventar gente, precisamente
porque su misma transitoriedad conduce a la gente a sospechar que no son
reales, y por eso podría decirse que son inventadas.
Ahora veamos problemas menos transitorios.
Trabajo con dos tipos de ejemplos. Los viejos, ya cerrados, evidentemente
historia terminada, como la fuga. Nos podemos dar una idea de la totalidad de
casos según el archivo. Y tenemos los actuales, ejemplos muy vivos en intensa
discusión, ambos populares y científicos, hoy mismo. La personalidad múltiple
era uno de esos ejemplos cuando saqué el tema, con nuevos casos que surgen cada
semana. Me volví sobre el abuso infantil al principio de mi juego cuando le
pedí a una distinguida socióloga feminista, Dorothy Smith, un ejemplo de
cualquier clase de persona que cambiara frente a nuestros ojos. ‘Abuso
infantil’ fue su lenta y densa respuesta.
Es importante tener diferentes tipos de
ilustraciones, para no sufrir el vicio de una delgadísima dieta de ejemplos,
como decía Wittgenstein. Hoy en día el autismo será el ejemplo principal y la
obesidad su caso contrastante. Mis dos ejemplos de hoy son obviamente actuales,
obviamente diferentes. Ahora leemos sobre una epidemia de autismo o de
obesidad, igual que antes leíamos sobre la epidemia de personalidad múltiple, y
una epidemia de abuso infantil. Soy el Midas insatisfecho, apenas saco un tema
se vuelve epidemia. Diré algunas palabras sobre autismo.
Autismo
El concepto de autismo ha evolucionado. Los
diccionarios no son muy buenos para actualizarse. Su imponente atención en cambiar
el significado, siempre desactualizada, es un digno reflejo de lo que acaba de suceder. Un enorme y confiable
diccionario e escritorio que trata de mantenerse en contacto es The American Heritage Dictionary of the
English Language. En 1992 definía autismo como:
1.
Introversión
anormal y egocentrismo; aceptación de la fantasía más que de la realidad. 2. Psicología:
Autismo
infantil.
En
el 2000 decía:
Trastorno psiquiátrico de la infancia caracterizado por pronunciados
déficits de comunicación e interacción social,
preocupación por la
fantasía, deterioro
del lenguaje y comportamiento anormal,
generalmente asociado a un
deterioro intelectual.
La
palabra ‘autismo’ fue inventada por el gran psiquiatra suizo Eugen Bleuler en
1908. En 1992 incluyó por primera vez en el diccionario la connotación de
introversión anormal (y auto-absorción). Era un tipo de comportamiento asociado
al grupo de las esquizofrenias, otro término que Bleuler introdujo en la misma
época.
La
segunda connotación de 1992, autismo infantil, era una adaptación de la primera
connotación. Fue introducido en 1943.
La definición de 2000 es sobre lo que se
puede hacer con un pequeño número de palabras. Podría haber agregado la
obsesión con la literalidad, la obsesión con l orden y con tratar de evitar que
las cosas cambien, los terribles ataques de cólera, mordidas y golpes que le
siguen cuando las cosas dejan de ser iguales. Ya que los diccionarios de
cualquier tamaño proveen cantidad de información empírica en contraste con la
semántica, podría haber agregado que la mayoría de la gente con autismo son
masculinos, en una ración de 4 cada 5. Podría haber agregado el hábito de hacer
eco de lo que se ha dicho, en lugar de hablar. En síntesis, podría haber
agregado muchísimo más, pero la definición, en tan pocas palabras, no es mala.
Lo que sí es incorrecto en la definición,
es que el autismo no es solo un trastorno infantil. El autismo es casi siempre
de por vida. Es un trastorno evolucionista que se puede reconocer desde
temprano, generalmente no después de los 30 meses, para el cual no hay causa
conocida y para el cual no hay cura conocida. Como mucho, se cree, un niño
puede aprender a compensar sus déficits, aunque existen algunos notables casos
de recuperación. Otro aspecto de la definición por el cual muchos se quejarían,
es en relación al autismo como un ‘trastorno’, el eufemismo estándar de hoy en
día para las enfermedades mentales. Muchos defensores del autismo sostienen que
no es un trastorno, sino una discapacidad.
Podríamos agregar más aún. EL problema es
seguramente alguna combinación de anormalidad neurológica, biológica y
genética. Desgraciadamente, para todas las exageraciones que uno lee todo el
tiempo, no tenemos cómo responder. Podríamos agregar que solo los tratamientos
conocidos sistemáticamente para ayudar a un niño a compensar el autismo son
conductistas. Son el condicionamiento operante más puro, B. F. Skinner en
acción, excepto que funcionan mejor en un medioambiente de cuidado afectivo.
En 1943, de hecho en 1973, el autismo era
un raro trastorno evolutivo con un estereotipo caracterizado de escaso margen,
bastante definido. Hoy en día tenemos el espectro autista. Tenemos gente con
autismo de alto rendimiento. Tenemos el de Asperger. Este nombre fue
introducido al inglés en 1981 por la psiquiatra y trabajadora social británico,
Lorna Wing. Está adaptado del diagnóstico hecho en 1944 en Viena pro Hans
Asperger, un distinguido pediatra del mundo germano-parlante, a quien Wing hizo
prominente en inglés. Ahora tiende a referirse a gente con síntomas autistas
que tuvieron algunas dificultades en al adquisición del lenguaje, pero tiene
todos los otros problemas. Es vagamente sinónimo de autismo de alto rendimiento.
Consideremos alguna especie de adolescente
o adulto, el autista de alto rendimiento. Dejaré a Asperger fuera del tema. El
típico caso es alguien que creció autista y se hizo adulto con toda o casi toda
la posesión del lenguaje, y algunas excentricidades residuales del tipo
autista, algunas de las cuales son desventajas sociales, y otras posibles
ventajas. Temple Grandin es el ejemplo más típico. Ella enfatiza su empatía con
los animales, alegando que su forma de ver el mundo se acerca más a los
animales que a la mayoría de los humanos. Ha tenido un efecto importante en las
técnicas de mataderos norteamericanos. Muchos de ustedes conocerán al héroe de
la novela El Curioso Incidente del Perro
a Medianoche. Los autistas de alto rendimiento están empezando a copar los
thrillers y novelas baratas, bastante similar a las personalidades múltiples de
20 años atrás. (Gracias a Dios que existieron.) Algunos autistas de alto
rendimiento hablan de formar un frente de liberación autista. Dejen de tratar
de hacernos como ustedes. Hacemos algunas cosas mejor que ustedes, y ustedes
hacen algunas cosas mejor que nosotros, así que déjennos en paz.
Para hacerla corta, me inclino a asegurar
C, esta clase de persona no existía hasta (para estar seguro) 1950. Pero eso es
ambiguo entre A y B. Vamos a presentarlos nuevamente, esta vez para el autismo:
(A) No
existían los autistas de alto rendimiento en 1950; había muchos en el 2000.
(B) En
1950 esta no era una manera de ser una persona, la gente no se experimentaba a
sí mismos de esta manera, no interactuaban con sus amigos, familia, empleados,
consejeros, de esta manera; pero en el 2000 esta era una manera de ser una
persona, de experimentarse a sí mismo, de vivir en sociedad.
(C) El
autismo de alto rendimiento, como tipo de persona, no existía en 1950, sí
existía en el 2000.
Dije
que a mi entender, A es verdadero
para personalidad múltiple: después de todo, es una enfermedad mental
transitoria. Pero A es absolutamente falso
para el autismo de alto rendimiento. Es casi tan absurdo como decir que el
autismo no existía antes de 1943, cuando Kanner introdujo el término.
Ahora explicaré que C tiene un sentido útil
en el que es verdadero, y en líneas generales significa B. Lo que afirmo es B:
Antes de 1950, quizás antes de 1975, el autismo de alto rendimiento no era una
manera de ser una persona. Había, probablemente, algunos individuos a quienes
se consideraba retardados y peor, que se recuperaban, conservando las mismas
manías que los autistas de alto rendimiento de hoy. Pero la gente no lo vivía
de esta manera, no interactuaban entre amigos, familia, empleados, consejeros,
dela manera que lo hacen hoy en día. Más tarde esta se volvió una manera de ser
una persona, de vivenciarlo, de vivir en sociedad.
Sugiero que no podría haber existido gente
de alto rendimiento con autismo, en el sentido de B, hasta algún tiempo después
de que el autismo fuera diagnosticado. Para el primero tales individuos tenían
que ser diagnosticados como autistas y luego de alguna manera misterios
‘recuperarse’, desarrollarse sin este defecto, adquirir habilidades sociales,
ser capaces de entender lo que piensa y siente otra gente, de superar, o en
cualquier instancia de vivir sin problemas con la obsesiva necesidad de
literalidad.
Una vez que fueran autistas ‘recuperados’,
otros adultos, que jamás hubieran sido diagnosticados como autistas, podrían
ser vistos con las mismas dificultades, aún cuando su infancia no hubiera sido
mala. Por ende, la clase de autistas de alto rendimiento se expandió
rápidamente. Algunos tendrán fuerza en una dirección, otros en otra.
Evidentemente, la evolución de los autistas
de alto rendimiento encaja en el marco de la (a) clasificación, (b)
instituciones, (d) conocimiento y (e) expertos. Las instituciones están mucho
más ramificadas que en cualquier caso de personalidad múltiple. Podría pasarme
otra hora hablando de las instituciones educativas involucradas en el autismo.
Y qué hay de A, B y C respecto del autismo
en sí mismo? Ya he dicho en los términos de mayor fuerza, que el enunciado A es
simplemente falso para el autismo. Por supuesto había niños autistas antes de
que Kanner los identificara. Sin embargo, me inclino a reflexionar sobre B:
antes de Kanner, el autismo no era una manera de ser una persona.
Motores
de descubrimiento
Como se es posible inventar gente? Esta es
una pregunta para la psicología y la sociología, pero una primera respuesta
deberá ser, de muchas formas. Hace mucho ‘canchero’ y ‘anticuado’ eran términos
comunes en la cultura blanca de clase media. Por parodiar a Nietzsche,
surgieron dos nuevas clases de gente, los cancheros y los anticuados. Como en
la jerga importada de otras clases sociales, ambas clases tenían vidas de poco
alcance. Depende más de cómo denominamos a la gente que de lo que realmente
son! Pero mi interés está en las ciencias humanas, desde la sociología hasta la
medicina. Se conducen por varios motores de descubrimiento. Se considera que
éstos descubren los hechos, pero también son motores para inventar gente. Los
primeros siete de esta lista son para el descubrimiento, ordenados a grandes
rasgos según el momento en que se tornaron efectivos. El octavo es un motor de
práctica, el noveno de administración, y el décimo de resistencia para los
conocedores.
1.
Contar!
2.
Cuantificar!
3.
Crear Normas
4.
Correlacionar!
5.
Medicalizar!
6.
Biologizar!
7.
Genetizar!
8.
Normalizar!
9.
Burocratizar!
10.
Recuperar nuestra identidad!
El
éxito de los siete motores de descubrimiento ha sido asombroso. No es crítica
decir que tienen efectos colaterales, que a veces hacen surgir nuevas clases de
gente, en el modesto sentido de la proposición B, y que afectan las clases de
gente sobre las que estudian. Cómo lo hacen es otra pregunta, o más bien
varias. Los motores usan de combustible talento y dinero. Cómo se consume el
combustible es un tema propio de la sociología del conocimiento científico.
He aquí mi ahínco, una vez más, en lo
banal, en los recuerdos de los motores de descubrimiento. Una vez más la
pregunta: por qué ir a lo obvio? Para afirmar lo que rara vez se advierte, que
los motores de descubrimiento son
también motores para inventar gente. Aquí algunas ilustraciones de lo que
quiero decir con cada uno de mis diez motores, con la esperanza de que ustedes
puedan profundizar con sus propios ejemplos. Haré uso del autismo y de la
obesidad como ilustraciones contrastantes.
1.
Contar.
La gente siempre ha sido contada por razones impositivas y de reclutamiento.
Cinco referencias bíblicas, que van desde el Éxodo 38:26 hasta Lucas 2:2. Pero contar clases de gente con otros
propósitos es mayormente post-napoleónico, parte de lo que llamo la avalancha
de números impresos. LE primer intento de contar niños autistas fue en Londres,
con un índice de 4.5 cada 10.000. Hoy en día existen publicados unos ocho
conteos, y un crecimiento, en la proporción de autismo de un 40 cada 10.000. Ya
conocerán las cifras horrorosas para el índice por obesidad.
Si la obesidad es tan grave como debería
ser o no, el índice realmente ha crecido, por todo el mundo, en las dos últimas
décadas. El autismo es un contraste. Allí debatimos si las fenomenales cifras
por autismo muestran que la prevalencia de autismo ha aumentado, o solo que
hemos expandido las definiciones y estamos más alertas a los posibles
diagnósticos. En esa discusión no entra en juego la obesidad.
2.
Cantidad.
En el caso de sobrepeso, está
incorporada la cantidad. Tenemos nuestra balanza de baño. En 1903 la Sociedad
de Seguros y la Asociación de Directores Médicos de Seguro de Vida de
Norteamérica definió ‘sobrepeso’ como pesar más del promedio de la gente
asegurada de nuestra edad, peso y sexo. En ese momento, decían, ‘Obesidad se
define como la acumulación excesiva de grasa’. Durante los 70 se instauró el
Índice de Masa Corporal, una cantidad definida como la ración de peso de una
persona en kilogramos dividida por la raíz cuadrada de la altura en metros.
Recién en 1998 (¡) la Organización Mundial de la Salud, junto con varios
organismos nacionales, definió sobrepeso como un IMC de más de 25, y obesidad
como un IMC de más de 30. Para un sentido de lo que estos números representan, el
Bloom de James Joyce tenía un IMC de 23.8. Marylyn Monroe variaba entre 21 y 24.
El ‘sobrepeso’ se define como por debajo de 18.5. Durante los últimos veinte
años las modelos de Playboy han
adelgazado de 19 a 16.5. Rauja Singh, el maratonista británico, de 94 años, el
hombre más veloz dela tierra de más de 90 años, tiene un IMC de 15.4.
El autismo resiste cantidad. Hay varios cuestionarios
diagnósticos, pero es difícil cuantificar los déficits.
3.
Normas.
Sí, tenemos ‘el rango normal’ para el Índice de Masa Corporal. En Lo Normal y lo Patológico de Georges Canguilhem se muestra cómo la
medicina adquirió el concepto de normalidad no mucho después de 1800. Muchos de
nuestros ejemplos son desviaciones de la norma, para mejor –genio – o peor –
obesidad. Canguilhem abrió el interrogante, quién viene primero, la normalidad
o la desviación? No hay una respuesta general. A veces una a veces la otra, a
menudo de la mano. Las normas cuantitativas seguían al homme moyen de Adolphe Quetelet a mediados de siglo.
4.
Correlación.
Este es el motor fundamental de las ciencias sociales. Comenzó por 1870 cuando
Francis Galton diseñó el coeficiente de correlación. Quetelet tenía el
promedio, pero Galton hizo de la desviación del promedio el centro de su
filosofía social, y así diseñó el coeficiente de correlación. El resto es
historia.
Nosotros tratamos de correlacionar el autismo con todo,
sin excluir las distancias relativas de los dedos de la madre y la testosterona
en el feto. Algunas correlaciones no necesitan teoría estadística ni análisis: cuatro
de cada cinco niños con autismo son masculinos. Por otro lado, el sobrepeso
necesita estadística sutil. Se dice que un IMC entre 25 y 30 es malo para uno
por correlación significante con numerosos factores de riesgo, que son en sí
mismos entidades estadísticas. Situación extraña. Estar en sobrepeso, a
diferencia de ser obeso, no afecta demasiado en tu promedio de vida. Aunque, a
menos que uno esté entrenado o juegue al rugby, será menso atractivo para la
sociedad actual, menos activo físicamente, etc.
5.
Medicina
clínica. Medicalizamos sin descanso clases de
perversos, no siempre con éxito. El concepto moderno de abuso infantil fue
introducido por doctores cerca de 1960, pero ha habido batallas sustanciales
sobre el conocido ‘modelo médico’ desde entonces.
Siempre
hubo gente gorda, algunos enfermos. Pero los fortachones y rellenitos estaban
de moda en los trabajos de Rubens o Renoir. ‘Permítanme que los hombres acerca
de mí sean gordos; abrazados por hombres, y como las noches o dormir’ (Casio).
Hoy en día se trata al fortachón como si tuviera problemas médicos, y el obeso
como si severamente necesitara instrucción médica. Una nueva generación de
medicinas anti-ansias está por hacer fortunas.
El autismo era considerado un diagnóstico
hecho por un psiquiatra infantil, y por eso está encasillado como un trastorno
mental y por ende como un problema médico. Pero si lo consideramos cada vez más
como una incapacidad, podría sonar cada vez menos médico.
6.
La
Biología incluyendo la neurología. El autismo es una
incapacidad pero tiene causas biológicas, específicamente neurobiológicas.
Uno de los mayores beneficios morales de
biologizar es que alivia a la persona de la responsabilidad. Sobreestimando lo
atribuido al desequilibro químico deja de ser un defecto moral.
7.
Genética.
Nuestra era es una en la que hay una constante tendencia a seguir los rastros
de lo médico a lo biológico, y de lo biológico a lo genético. Esto no es
completamente nuevo. Un siglo atrás existía un fuerte impulso por descubrir los
orígenes genéticos del comportamiento criminal, de al personalidad criminal,
etc.
8.
Normalización.
Finalmente nos volvemos sobre los tres motores de diferentes tipos. En muchos
casos, tratamos de que los perversos estén tan cerca de lo normal posible. Este
es el punto de las terapias conductuales para el autismo; este es el punto de
las drogas anti-ansiedad para la obesidad. Una perspectiva diferente de la mía
enfatizaría que aquí es donde está la acción. No son las ideas las que cambian
a la gente, sino los tratamientos, y asean conductuales o farmacéuticos.
9.
Burocracia.
Algunas escuelas de pensamiento hablan del poder burocrático como si fuera algo
malo. Enfaticemos lo positivo. Las naciones más prósperas tienen burocracias
bastante complejas que toman niños con problemas evolutivos desde los primeros
años de escuela, y les asignan servicios especiales. El sistema se ve a sí
mismo como una manera objetiva de determinar quién necesita ayuda, pero la
relación es recíproca. Los criterios usados por el sistema eventualmente
definen lo que es caer bajo varias categorías tales como la autista. Este es un
efecto de reacción continuo. Una vez más la obesidad es un caso contraste, ya
que de ninguna manera importante has sido burocratizado.
10.
Resistencia.
Las clases de gente que han sido medicalizadas, normalizadas, administradas, tratan
cada vez más de retirar el control de expertos e instituciones, a veces creando
nuevos expertos, nuevas instituciones. El famoso caso es el de la
homosexualidad, tan frecuentemente
medicalizado desde la época de Krafft-Ebing a fines del siglo diecinueve. Ese
era el período exacto en el que las instituciones se activaron para
penalizarlo. El orgullo gay y sus predecesores les restablecieron a los
homosexuales un control de las clasificaciones en las que caen. Siempre
existen giros y vueltas en las historias
sobre inventar gente, unas pocas más llamativas que los intentos de genetizar
la homosexualidad gay, de encontrar el gen homosexual.
Mencioné las actividades hacia un ‘frente de liberación autista’, algo
que haría de los autistas de alto rendimiento los expertos en su condición. Hay
un grupo de organizaciones de gente obesa y con sobrepeso que tratan de
reinstalar el orgullo y la dignidad en los cuerpos pesados. Me gusta, tanto por
sus siglas como por sus actividades, una organización francesa algo modesta y precavida:
Groupe de Réflexion sur l’Obésité et le Surpoids, o GROS.
Averiguando
Los
diez motores producen efectos sobre las clases de gente a los que se los
aplican. Cambian los límites. Esto de ninguna manera se detrae del hecho de que
siete de éstos son motores de descubrimiento. Mis nombres y mis ordenamientos
de modalidades de investigación podrán ser excéntricos, pero son fácilmente
reconocibles.
Abundan las conjeturas sobre mis ejemplos, obesidad y autismo. Por
suerte hay competencia. Los distintos grupos tienen distintas presunciones
sobre cuál será corroborado. Tal vez descubramos que no hay base genética para
el autismo, y ninguna excepto para una pequeña proporción de los obesos. O tal
vez descubramos que la mayoría de los casos de obesidad y todos los de autismo
están relacionados a cierta organización de las anomalías genéticas. Es
importante saberlo. Agradecemos el uso de la lista de los siete motores
científicos. Observo que tendemos a pensar que apuntan a objetivos fijos.
Sugiero que son más bien objetivos móviles. Esto para nada pone en duda su
objetividad.
Les
propongo empezar a pensar, en conexión con cualquiera de los ejemplos que les
sean familiares, cómo cada motor hace a la interacción de los cinco elementos
de mi marco. Tal vez haya, en la invención genética de seres humanos, algún
raro conjunto de anomalías genéticas responsable de la mayoría de los casos de
autismo. De ser así, se trataría de un objetivo fijo, aunque no sepamos lo que
es. Pero eso, la anomalía, no es autismo. Los desafío a pensar de qué manera al
incapacidad que llamamos autismo ha cambiado sus contornos y su experiencia
vivida durante los últimos sesenta años. Ese es el objetivo móvil, y por
supuesto lo que la investigación científica pretende entender.
Clases de gente
Hay
una idea que considero sensata, y que no he logrado aclarar para mi
satisfacción. Puse en mi título, la idea de una clase de persona. Se evidencia
en mi C. Para nada es necesario pensar en la aparición de las clases de gente,
ni en mis historias de las ciencias humanas, inventadas, pero podría ayudar
agudizar las preguntas. Entonces volvamos a mirar mi diseño A-C.
(A) No
había X (gente) antes de tiempo t: había varios después de t*.
(B) Antes
de t, X no era una manera de ser una
persona, la gente no se sentía de esta manera, no interactuaban con amigos,
familias, empleados, consejeros, de esta manera; pero después de t*, esta era una manera de ser persona,
de vivenciarlo, de vivir en sociedad.
(C) Al
persona X, como una clase de persona, no existía antes de t, pero sí después de t*.
Adviertan
que al tratar de generalizar he entrado en la modalidad especie, ‘la persona
X’, como en ‘el niño autista’. Hay títulos de libros, El Niño Autista, y El Niño
Obeso. Hablo de la modalidad especie porque, gramáticamente, ésta es la
construcción que usamos al hablar de las especies, la ballena es un mamífero.
Algunos defensores del autismo objetan con firmeza el hablar de ‘el niño
autista’ y prefieren, ‘niños con autismo’, y uno puede percibir a qué se
oponen. Hablar de la gente según la modalidad de especie significa
despersonalizarlos, transformarlos en objetos de investigación científica.
Para otra gente reflexiva ‘niño autista’
está bien. Por ejemplo un padre que fundó la Sociedad de Autismo de Norteamérica,
y escribió uno de los primeros libros sobre el tema, así lo cree porque el
‘autismo es lo que es su hijo, no solo una característica’. Muchos filósofos
dirían que el autismo es una propiedad esencial de su hijo. Es parte de su
naturaleza de ser autista.
Salvo en muy raros casos, trato de tender a
decir lo mismo de una persona obesa. Estar en sobrepeso es casi siempre una
característica de un apersona. El sobrepeso nunca es lo que un regordete es, es
solo una de sus propiedades permanentes, y tal vez cautivantes.
John Stuart Mill, el progenitor de la
doctrina de las clases naturales, nos dejó una buena forma de distinguir los
dos, autismo y obesidad. El pensaba que había infinitas características
asociadas a algunas clasificaciones – el daba caballo y fósforo como
ejemplos. Los caballos y los fósforos tienen innumerables rasgos en común,
además de ser caballos o fósforos. Las cosas blancas, en cambio, no tienen nada
en común excepto el ser blancas. El decía que Caballo era una ‘clase real’ (de animal), lo que los filósofos
luego llamaron una clase natural. ‘Blanco’ era una clase meramente finita. Le
interesaba si las razas y los sexos eran clases reales o finitas, y optó por
miembros de diferentes razas que no tuvieran nada en común más que su raza, más
que por cristianos con nada en común excepto su fe. Sus razas y sexos no son
por lo tanto clases reales. Mill escribía de esta manera en parte para escapar
de la noción escolástica de esencia, que John Locke ya había demolido, y que
yacía en letargo en el mundo anglo-parlante hasta que, por suerte, Kripke
resucitó.
Me parece que la distinción de Millbien
expresa la idea que cité, de que el ‘autismo es lo que es mi hijo, no solo una
característica’. Los niños autistas poseen una amplia gama de características
en común, distribuidas en espectro, o, más bien yo diría, en un espacio que es
al menos tridimensional – problemas de lenguaje, sociales, y obsesión por le
orden y la literalidad. Algunos de estos rasgos son lo que buscamos en el plan
de entrevistas de diagnóstico. Muchos otros son desconocidos, y por lo tanto
muy escondidos en el espacio bio-neuro-genético.
En cambio, la gente con sobrepeso no tienen
mucho en común excepto que son algo rellenitos. Los obesos tienen un poco más
en común además de ser gordos – tienden a tener vida más corta, a tener
diabetes, y cosas pro el estilo. Podría haber
subclases de obesos con una causa biológica distintiva por tener un IMC muy
alto. Lo que sea podría ser parte de su naturaleza, y podría incorporar una horda
de otras características. Esa subclase se acercaría a lo que Mill llamó clase
real.
En
resumen: la línea de pobreza
Mis
indagaciones apuntan más al rico detalle de ejemplos que lo que acostumbran la
mayoría de los filósofos analíticos. Pero ellos se conducen por especulación
general. No obstante los tópicos no se prestan a generalizaciones: cada caso es
diferente. Algunas frases encajan: las caras cambiantes del autismo, las caras
cambiantes de la obesidad, las caras cambiantes del suicidio. Incluso la
pobreza. Los pobres siempre han estado con nosotros, pero la introducción de la
línea de pobreza en 1890, luego usada para definir a los pobres, hizo una
diferencia. Usamos ‘los pobres’ en el sentido de especie; tenemos el pobre
trabajador.
En Francia existe un ingreso mínimo
garantizado, el revenus minimum d´insertion
o RMI. A los franceses les encantan las siglas, así que ahora hay una nueva
clase de persona, el RMIsta, una expresión regularmente usada por los medios y
en conversaciones. Ya no es una Clase real, en el sentido de Mill, más que la
de obeso, sino que tenemos una tendencia a estereotipar y a tratar como ‘real’.
Una vigorosa escuela de ciencia cognitiva
argumenta que la tendencia a tratar clases de cosas y clases de personas como
si fueran esencias, es innata en el ser humano. No está asegurado que hay
esencias metafísicas, sino que innatamente pensamos y actuamos como si hubiera. Soy escéptico. Quizás
esta tendencia esté mejor estudiada bajo el título de antropología histórica de
la razón científica. Ese es el título de una importante y espero innovadora
pequeña conferencia de fin de semana para este verano, organizada por mi colega
Philippe Descola y mi amigo BrunoLatour. Los cognitivistas protestarán diciendo
que sus resultados están confirmados interculturalmente y aplican para los
niños de seis años. Sí, para los de seis años que crecen, por todas partes, en
el mundo de la razón científica, lo que Marshall Sahlins denomina ‘el sistema
mundial’.
En
resumen: el suicidio
Dejando
de lado semejante especulación abstrusa, parte de nuestra actitud científica es
que lo que descubrimos sobre la gente usando cualquiera de los siete motores de
descubrimiento, y más, es un objetivo fijo al que le damos. Por supuesto que le
damos! Y lo que hallamos es en gran parte cierto, o no alejado de la verdad.
Sin embargo el objetivo está casi siempre donde está por la interacción entre
nuestros cinco elementos, variando desde clasificaciones a través de gente
hasta expertos. A veces esto alberga confusión conceptual. No podría haber
mejor ejemplo que el de las caras cambiantes del suicidio.
El suicidio hoy está unido a la depresión.
‘Un intento de suicidio es un grito de ayuda’. No hay nada más devastador que
el suicidio de un amigo. Nada que plaste más el espíritu de psiquiatra que el
suicidio de un paciente. Nada más horrible que jóvenes matándose. Cuando una
ola de suicidios atraviesa una cohorte de adolescentes en un pueblo nativo en
Canadá del norte, la nación entera se hunde en vergüenza y culpa. Este nuevo
sentimiento hacia el suicidio, y la gama de asociaciones, es un producto de la
interacción con las ciencias médicas y estadísticas, una familia de
interacciones que empezó por 1825. Este nuevo ordenamiento de sentimientos
intensos y significados nos confunde totalmente cuando pensamos en la eutanasia
o en el arma suicida.
El último es un arma despiadada y
aterradora a menudo cruelmente explotada por hombres mayores que no tienen la
intención de matarse a sí mismos. Sin embargo es una extraordinaria respuesta
de impotentes musulmanes enojados cuando se enfrentan a una hegemonía
omnipotente. Puede ser usada por cualquiera: los Tigres Tamil desarrollaron
mucha de la tecnología inicial. El arma suicida es el opuesto polar de la
invencible arma nuclear. Pero son exactos complementarios, igualmente
indiferentes ante la gente que matan.
Nos resulta muy difícil pensar en el arma
suicida debido a nuestro conocimiento científico establecido. El de que el
conocimiento es de hecho conocimiento verdadero sobre la gente que nos rodea,
los suicidas y los que median la autodestrucción. Han crecido toda su vida para
conformarse a los significados y estereotipos que enseña el conocimiento. Pero
lo que sabemos sobre el suicidio no es un universal humano; es algo que se ha
vuelto verdadero de los occidentales muy recientemente.
En
resumen: el genio
Debería
terminar en una nota más divertida. El genio se ha puesto un increíble número
de máscaras desde que el término fuera usado con tal efecto en al antigüedad,
notablemente en Atenas. La palabra – apenas me atrevo a decir el concepto, pero
quizás se podría decir un aglomerado de ideas asociadas – describe las
fantasías de la época – ya sea Atenas en su apogeo, la Inglaterra isabelina, la
Alemania germana, la Francia de fin-de-siècle (siglo 19), Wittgenstein y ‘el
deber del genio’ – o el presente. Pero el de genio no es un concepto serio hoy
en día. Ha perdido bastante el encanto de la era romántica. Eso es porque ahora
lo medimos, y el genio en su naturaleza aborrece una medida.
Empezando por el Genio Hereditario de Galton, gradualmente hemos hecho estadística
con la inteligencia, con las normas. De hecho los tests de inteligencia son tan
estadísticos que las preguntas están diseñadas de tal forma que una curva de
resultado forma una distribución normal con un promedio de 100. Cuando se
aplicaron los tests primero en mujeres, dieron resultados más altos que en los
hombres, con un promedio de casi 105, entonces las preguntas fueron modificadas
para que fueran más difíciles para las mujeres. Los ajustaron hasta que el
promedio para hembras dio también 100.
Los tests de inteligencia son excelentes
para evaluar la habilidad de un niño para prosperar en nuestra época,
numerados, técnicos, y con una nueva clase de alfabetización. Al final de todo,
el genio es forzado a una escala lineal y por ende escapa a la descripción.
Existen de hecho montones de tests que hacen distinciones más delicadas entre
gente que califica muy alto en un test estándar, y los números pueden
interpretarse como casi-genio, genio, y los de su índole. En Los Angeles, al
menos cuando mis hijos iban a la escuela, a los que calificaban alto en la
escala se los llamaba MMD (MGM, mentally gifted minors), Menores Mentalmente
Dotados. Uno nunca estaba seguro de si este era un atributo a Galton o a
Hollywood. El MMD es una clase de persona?
Galton pretendía medir el genio pero en
realidad lo expulsó de nuestra cultura. En Estados Unidos la Fundación
MacArthur otorga premios anuales a contribuyentes que se destacan aportando a
lo artístico colectivo, intelectual, y en obras de bien científico y social.
Pero no simplemente pro el éxito: en principio para aquello que están, o
comenzaron, caminos inexplorados y que sortearon dificultades personales o
sociales. La prensa llama a estos premios para genios las palancas MacArthur.
Justo antes de que esta conferencia fuera planificada, tuve el privilegio de
que me pidieran evaluara dos nominados.
Son realmente excepcionales, muy diferentes en estilo y comportamiento, tanto
como en las contribuciones. Creo a que ninguno se lo llamó genio, y ambos se
estremecerían ante la idea.
Parte de la profunda, y por último
socrática, noción de genio, es que cuando el genio sea medido en escala que
provienen de Galton, y fueron refinadas en 1917 por la armada de Estados Unidos
para evaluar reclutas, los verdaderos genios – y no dudo en usar la frase –
estará viviendo en otro lado. Alegremente se negará a interactuar con
cuestionarios, instituciones, expertos y conocimiento, rechazando
clasificaciones. Ah – pero como verán, yo apoyo la idea romántica de genio.